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jueves, 19 de mayo de 2016

XIX. Garabatazos (2/2).

Descrito el dolor desde el que nos alimentamos, 
busco el sombrero donde antes me escondía.

Oigo los gritos de la noche en vela,
miles de luces clamando a tus labios.
Dicen que quiero pero no a quién,
y digo: sólo en mi cuerpo me he encontrado bien.

Paseé durante meses andando entre penumbras,
dibujando elipses en mi alma mustia,
pensando que la felicidad la encontraría en otra mente
cuando de frente tenía la mía.

Vaiven de respuestas en mi cabeza,
cuando encuentro el camino se abren bifurcaciones.
No sé el qué, no sé el cuándo; el por qué lo tuve frente a tus labios.
¿La razón de vivir? Aún la sigo buscando.

Creí en la literatura como forma de vida,
de muerte, de puente, de paso; como amiga.
Pero siento su pérdida en mí,
aunque aún consiga alinear un par de palabras.

La poesía se adueñó de mi alma
dejándome seco de arriba a abajo.
Ahora ya no sé qué hacer.
Me encuentro andando por un mundo que he de comprender.

Pero no lo hago. Soy complicado. Me complico
en un mundo que se me ha atrancado,
pensando que puedo cambiarlo todo; encontrar
el camino de vuelta, ¿pero de vuelta a dónde?

Y me autoimpongo ser feliz sin querer serlo,
vivir en una sociedad donde solo quieren verme muerto.
Me advirtieron que esto un día pasaría:
saldría del molde y no me entendería.

Porque no me entiendo, ¿me entiendes?
Ni mi propia mente puedo comprender.
La vida me miente.
Y lo que el corazón siente no sé si creer.

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