Seguidores.

lunes, 22 de junio de 2015

VI. Rostros.

I.
Me conozco en diez caras diferentes
porque soy rostros bajo rostros bajo rostros
que esconden a un pequeño pidiendo por favor, sentándose bien al comer,
diciendo hola y adiós a los amigos. Soy un pequeño con voz de grande
que ha probado cosas de mayores y prefiere sentarse frente a un ordenador
a suplicar
tu amor: amor de niños, amor de caricias, amor de besos en la mejilla, amor
de esos rojos, que arden en tu corazoncito y lo rompen. Amor que con
setenta años piensas y sonríes.
Amor de esos que llevan tu cerebro a la puta estancada
pero tu alma al infinito;
coño, amor de pellizco, amor de mordisco.
Amor de palmada, amor de cabeza, no de envoltorio;
Amor de amores.

Amor de mentira, pero diciendo verdades.

II.
Me conozco en diez caras diferentes
porque soy rostros bajo rostros bajo rostros
que claman a la muerte
y le piden explicaciones: ¿qué coño es eso de robarme mi vida?,
¿o la suya, joder?;
¿te sientes bien?
Nunca me he podido despedir de noche a noche, de día a día
cuando el beso llega y hace volar.
Porque viene y lloras
y no son lágrimas las que llueven,
No, joder, es sangre, nuestra sangre; sangre de mi sangre de mi sangre
huyendo, sin cuerpo.
Y nos quedamos abajo o arriba o a su altura
ignorando lo evidente, a la muerte;
La Guadaña campando a sus anchas.
Y nosotros lo aceptamos, aceptamos morir cuando y donde digan
porque sabemos que luchar es inútil
porque el cara a cara sería una putada.
Y así vemos irse rápido a lo que un día pensamos sería eterno
porque eterno, eterno
es el recuerdo hasta justo antes de
acabarse,
irse la última persona que recuerda
el dolor.

III.
Me conozco en diez caras diferentes
porque soy rostros bajo rostros bajo rostros
y una de esas imágenes lleva tu nombre.
Lleva la ignorancia y el beso;
lleva el desequilibrio frente a la estabilidad.
Porque nadie tiene razón,
no saben ni lo que es real ni lo que es mentira;
y nosotros éramos reales.
Te dan tiempo, te dan consuelo, te dan benevolencia
y no entienden que lo verdadero no se rige en segundos,
no se rige en abrazos
ni en lo sientos.
Asi que, sin son tan amables de querer ayudarme,
traigan aquí el puto recuerdo que voy a entrar dentro,
y hasta que no consiga lo que quiero, no volveré.
Pongan dos cubiertos porque el futuro no pide soledad.
Y yo tampoco.

IV.
Me conozco en diez caras diferentes
porque soy rostros bajo rostros bajo rostros
y sé encontrarme en ellos. Sé encontrar lo que nunca he tenido: ánimos.
Sé que realmente valgo algo, que tengo un precio,
un precio que ya he pagado,
un precio basado en dolor que ha ido formándome,
recreando una imagen que llevo buscando desde que decidí mirarme a un espejo.
Y me he conseguido. Me he conseguido con barba y pelo corto,
quizá con algún que otro kilo de más,
quizá con desesperanza e incertidumbre en mi cabeza,
quizá con una mente destrozada y unas neuronas cansadas de pensar,
de imaginar. Pero ya he llegado y creo que es la hora
de quitarme todas y cada una de las máscaras
para poder conocerme de una vez.
E ir alcanzándolos uno a uno.
A ustedes, poetas.
Porque no nos alimentamos de sueño, sino de sueños,
y tengo una pistola
y cargadores
y cargadores
y cargadores
llenos de ellos
deseando cambiar un mundo que en mi mente es ficticio.
Porque la realidad no es más que yo lo que yo desee que sea.
Y ahora deseo que empiece el viaje.
Y que haya piedras,
tropezarme suena bien si los rasguños se vuelven coraza,
¿no crees?