Seguidores.

domingo, 28 de junio de 2015

VII. Tic tac.

Suena una canción que no conozco y mis palabras salen como si no fueran mías. Joder, saludan, se escuchan bien y huyen. Hay un tic tac. Un hombre que no conozco canta. Mi cuerpo se mueve acompasado. Es jazz. Soy. Yo. Yo. Soy. Me siento de espaldas al mundo. Contra la pared. Y suena. Y suena. Y suena. Y nos movemos. Nuestras respiraciones se acompasan. Sonreímos. Joder, sonreímos como niños. Nos vamos encendiendo. Y el saxo suena. Se oyen voces de fondo. Estamos jodidamente felices. No quedan fisuras, ni sentimientos rotos; nos estamos arreglando. Ya no hay trenes. No hay historias. No hay amores. Somos una melodía lenta. Cada vez más rápida. Y más rápida. Y nosotros más rápido. Suena un beso. Y ahí queremos besarnos. Comernos. Nos respiramos. No estamos felices, lo somos. No puedo concentrarme. Y tú me dices: así suena el alma. Una puta carcajada.

Y ahora queda el vértigo. El vértigo que deja el final de la canción. Y caemos.

Caemos.


She’s So Jazzy.